viernes, 2 de noviembre de 2007

Análisis

El artículo indica que las innovaciones promovidas por las administraciones educativas han tenido escaso éxito, cuando se han centrado en el cambio de contenidos, de estrategias metodológicas, incluso en el uso de nuevos recursos didácticos, señalando como razón esencial de tal situación no tener información relacionada con los intereses y necesidades de cada escuela ni de los docentes, dentro de un modelo tecnológico, donde el profesor es considerado un técnico sumiso. Asimismo se plantea la innovación de cada escuela, de actuar democráticamente incluyendo la integración y colaboración de la sociedad.

En cuanto a la innovación considera que se encuentra ligada tanto a los procesos de aprendizaje de los alumnos como a los procesos de desarrollo personal y profesional de los profesores, debido a que estos son los que desarrollan el currículo. En contraste, se halla desvinculada de las grandes reformas institucionales y centrándose en la escuela.

“Desde esta perspectiva la innovación es un cambio planificado por la propia escuela que afecta tanto a las personas en su desarrollo profesional como a la organización y a la enseñanza. Tres campos de desarrollo están mutuamente implicados: el desarrollo profesional del profesor, el desarrollo organizativo de la escuela y el desarrollo curricular” (Estebaranz, 1994, p. 484).

“Hoy sabemos que los cambios educativos, para que lleguen a “calar” en las aulas, tienen que generarse desde dentro y capacitar al Centro para desarrollar su propia cultura innovadora, potenciar la toma de decisiones e implicar al profesorado en un análisis reflexivo de sus prácticas” (Bolívar, 1995, p. 246).

En efecto, el cambio curricular se origina por la reconstrucción de la práctica cotidiana. La identificación de ámbitos donde existen déficits o diferencias entre lo que se hace y lo que se espera hacer, originan las mejoras en las prácticas y acciones docentes, constituyéndose en una plataforma para emprenderlas

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